Senderismo por el sur, III

La mañana me sorprende en… Benaoján, un pueblo de Málaga pero aún dentro del Parque Natural de Grazalema. Bueno, en realidad es Estación de Benaoján; un pueblo aparte que alberga la estación de ferrocarril. Esto mismo ocurre en Colmenar / Estación de Gaucín, el siguiente destino.

El Guadiaro pasa violento por el pueblo, el tumulto del torrente es más escandaloso que los zumbidos de las torres de transformadores o el propio tren que pasa. Hay dos senderos que parten de la misma estación: uno, a la izquierda, lleva a la Cueva del Gato. El otro, a la Cueva de la Pileta.

La Cueva del Gato es una de las entradas a un enorme sistema subterráneo conocido como Hundidero-Gato, que con más de 9000 metros topografiados de simas, sifones, y cuevas con lagos subterráneos, es de los más grandes de España. Es posible visitarla con grupos especializados de espeleología acuática, y puede resultar peligrosa incluso así debido a las variaciones en el cauce subterráneo.

Para llegar a ella hay un pequeño sendero, media hora andando más o menos por la orilla del Guadiaro. Cuando llegas hay un hotel justo enfrente (y un acceso por carretera, lo cual le quita bastante encanto a la ruta que acabas de patear) y un puente derruido. Ahora bien, la web de la Junta de Andalucía recomienda no atravesar el puente. Pero cuando te has desviado 30 km. de tu ruta y andado media hora para llegar a absolutamente nada (que es lo que se ve desde ese sitio) puess…

Al otro lado del puente, un caminito lleva a una especie de claro rodeado de árboles con un laguito. Es la surgencia del Gaduares, que se une de esa manera con el Guadiaro al salir en cascada de la caverna.

Tampoco se debe subir la escalera que lleva a la boca de la cueva, y bajo ninguna circunstancia asomarse al torrente que brota de la oscuridad.

La Cueva de la Pileta está en la carretera que lleva a Cortes de la Frontera, a unos 7 km. y bastante alta en la sierra. Esta cueva tiene un atractivo más arqueológico que natural: contiene pinturas rupestres paleolíticas de estilo franco-cantábrico, es decir, del tipo Altamira o Lascaux; período Magdaleniense (14.000 años, aunque hay trazas de ocupación desde el Solutrense hasta el Neolítico). La cueva de la Pileta fue estudiada por arqueólogos del nivel de Breuil, Cabré u Obermaier. Lamentablemente cuando llegué estaba cerrada. ¡Oh, decepción! La próxima vez será.

El siguiente punto era El Colmenar, ya en Málaga pero aún dentro del Parque de Grazalema. Este pueblo también es regado por el Guadiaro, con suficiente fuerza como para alimentar una central hidroeléctrica. Desde allí parte un sendero hacia el Cañón de las Buitreras, excavado en la roca por el río y con unas paredes verticales de más de 90 metros de altura. Es un paseo muy bonito, siguiendo el margen del río corriente arriba. Durante un largo trecho sube y baja suavemente, pero al llegar más o menos a un túnel del AVE se vuelve duro: al ver unos peldaños hechos con maderos, sabed que empieza el sufrimiento.

Lo bueno de esto es que la subida es rápida; en lugar de un zigzagueo suave, el camino hace una recta empinadísima hasta coronar los riscos más altos del Cañón. Lamentablemente la grieta no es visible desde este punto, y al otro lado encontramos un camino de descenso igualmente precipitado. Me encontré con unas chicas que bajaban para hacer el descenso del río (consiste en bajar por el torrente con un traje de neopreno y casco) y vi un grupo que, en la parte más baja del cañón y junto a la vía del tren, saltaba a las pozas más abajo. Yo me quedé en el llamado Puente de los Alemanes, acueducto estrecho que pasa sobre la garganta a unos sesenta metros del fondo. No tiene barandilla ni nada, parece sacado del universo de Star Wars.

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 Será por eso que se recomienda no transitar por él y tal. De hecho, recomiendan llenar un formulario de la Consejería de Medio Ambiente que no es un permiso, sino que deja constancia de que has ido por allí. Por si desapareces. Tampoco es para tanto.

El retorno de las chicas barranquistas vía torrente debió durar unos 45 minutos. La vuelta por mi parte requería volver a subir hasta las crestas de las que había bajado y desandar el camino completo… ya más tranquilamente y observando detalles. Es un paseo precioso para hacer en un día completo, y seguramente el descenso por río debe ser espectacular.

más fotos de todo esto en mi Flickr y en la Galería (desparramadas por las categorías)